La
autopista del norte Sichuan-Tibet no
presenta su mejor aspecto cuando salimos de Garze. Esta ha sido la tónica
general de la travesía por el Tibet oriental
Se
palpa que están viviendo un período de crecimiento, de renovación constante que
afecta a todos los niveles de la sociedad chino-tibetana
Cuanto
más nos adentramos en esta región del mundo más claro tenemos que esto no es
China. Exceptuando los funcionarios y militares de turno aquí apenas hay
presencia Han. Es bonito ver la arquitectura de los escasos pueblos por los que
pasamos y comprobar que en la mayoría de los casos la palabra progreso no
interesa, que aquí la gente vive casi como lo hacían los abuelos de los abuelos
de los más mayores, que salvo unas motos y un cargador solar son pocas las intromisiones
de la modernidad, del consumismo. También es cierto que es gente sin posesiones
materiales porque simplemente nunca han tenido dinero, porque no lo han
necesitado hasta ahora. La fiebre por el dinero de sus vecinos de las llanuras
está contagiando poco a poco a este hasta hace poco “puro” pueblo
Los
monasterios se están recuperando poco a poco de los recortes que la revolución
maoísta trajo a los hombres del Dalai lama. En algunos de ellos vivían hasta
3000 monjes. Eran otros tiempos. Hoy en día se están reconstruyendo y poblando
poco a poco, siempre y cuando “no
constituyan un peligro para la integridad nacional”
Pero el
budismo tibetano no es la única religión del lugar. Todavía hay seguidores de
las viejas creencias pre budistas, indígenas. Son los “bonpos”, seguidores del “bon”
y se les reconoce por los ropajes y el sentido en el que giran sus ruedas de oración
El
camino discurre de valle en valle, de puerto en puerto. Es una zona muy bella,
con verdes y moqueteadas colinas que albergan una casa por aquí y otra por
allí…
… donde
el agua aún es recogida de los fríos y abundantes riachuelos que bajan de las
montañas…
… y la
gente vive de los yaks y de ver pasar el tiempo
Los
tibetanos tienen una costumbre que puede parecer sádica pero que es
consecuencia de su propia supervivencia. A falta de madera para quemar y con un
suelo pobre para enterrar, sus muertos son descuartizados y ofrecidos a los
buitres, que acabarán con el cuerpo en cuestión de minutos llevándose con ellos
no solo la persona sino las enfermedades que su descomposición acarrearía
Lo
mismo ocurre con los yaks. Aunque en estos casos son los innumerables perros
“salvajes” los que competirán con las aves de rapiña. Estos perros nos hostigarán
sin piedad por unos 200km, los que llevan de Manigango a Serxu. Habrá que
viajar con piedras en los bolsillos y hacerles frente cada vez que pasemos por
sus dominios, un juego no muy divertido. Es una zona donde el gobierno está
construyendo asentamientos con casas de cemento para ubicar a los miles de
desplazados que el terremoto de Yushu dejó en 2010
Pero no
solo son los perros quienes hagan este trayecto duro. Ni tampoco las ventiscas
de granizo o nieve que nos sorprendan en varios pasos….
… ni la
soledad…
Lo peor
será el viento, mejor dicho, el VIENTO. El viento será una constante diaria,
una auténtica sala de torturas, un consumidor de energía demoledor. Avanzaremos
penosamente a 4-6 km/h, sin hablar, sin poder hacer nada, solo esperando que en
algún momento nos dé una tregua que nunca llegará
Con
esto han aprendido a convivir las gentes del Amdo, otra de las provincias
tibetanas olvidadas. Serxu es un
auténtico zoológico humano, un regalo para la vista, una entrada directa a otro
mundo
Y con
el frío que el techo del mundo nos ofrece…
… superaremos
los últimos escollos…
…con
alegría…
… antes
de llegar a la gran pleateau
tibetana, que a pesar del nombre no nos librará ni de más puertos ni de más
viento. Madoi nos recibe con sus lagos y poco a poco iremos viendo menos casas,
menos pueblos hasta que llega un momento que los gorros musulmanes sustituyan a
los rostros tibetanos.
Todo cambiará, las gentes, las ropas, las casas, la
comida…y al final del túnel se encuentra Xining, capital de la provincia de
Qinghai. Tras un mes en las alturas bajar a los 2300m de Xining es sinónimo de
calor y sobretodo….de rica comida, de esa que nos gusta a los ciclistas cuando
ha habido época de penurias
Descansar
será lo único que busquemos y tras la experiencia en China con las obras, las
minas, los camiones, etc, hemos decidido tomar un tren hasta Beijing. Cambiamos
2000km de miseria por un paseo que no estaba en los planes: Mongolia. Pero esa
será otra historia...