miércoles, 6 de junio de 2012

6. Rostros del Tibet oriental










5. Por los caminos del Amdo: Garze-Xining

La autopista del norte Sichuan-Tibet no presenta su mejor aspecto cuando salimos de Garze. Esta ha sido la tónica general de la travesía por el Tibet oriental



Se palpa que están viviendo un período de crecimiento, de renovación constante que afecta a todos los niveles de la sociedad chino-tibetana



Cuanto más nos adentramos en esta región del mundo más claro tenemos que esto no es China. Exceptuando los funcionarios y militares de turno aquí apenas hay presencia Han. Es bonito ver la arquitectura de los escasos pueblos por los que pasamos y comprobar que en la mayoría de los casos la palabra progreso no interesa, que aquí la gente vive casi como lo hacían los abuelos de los abuelos de los más mayores, que salvo unas motos y un cargador solar son pocas las intromisiones de la modernidad, del consumismo. También es cierto que es gente sin posesiones materiales porque simplemente nunca han tenido dinero, porque no lo han necesitado hasta ahora. La fiebre por el dinero de sus vecinos de las llanuras está contagiando poco a poco a este hasta hace poco “puro” pueblo


Los monasterios se están recuperando poco a poco de los recortes que la revolución maoísta trajo a los hombres del Dalai lama. En algunos de ellos vivían hasta 3000 monjes. Eran otros tiempos. Hoy en día se están reconstruyendo y poblando poco a poco, siempre y cuando “no constituyan un peligro para la integridad nacional”


Pero el budismo tibetano no es la única religión del lugar. Todavía hay seguidores de las viejas creencias pre budistas, indígenas. Son los “bonpos”, seguidores del “bon” y se les reconoce por los ropajes y el sentido en el que giran sus ruedas de oración


El camino discurre de valle en valle, de puerto en puerto. Es una zona muy bella, con verdes y moqueteadas colinas que albergan una casa por aquí y otra por allí…


… donde el agua aún es recogida de los fríos y abundantes riachuelos que bajan de las montañas…


… y la gente vive de los yaks y de ver pasar el tiempo


Los tibetanos tienen una costumbre que puede parecer sádica pero que es consecuencia de su propia supervivencia. A falta de madera para quemar y con un suelo pobre para enterrar, sus muertos son descuartizados y ofrecidos a los buitres, que acabarán con el cuerpo en cuestión de minutos llevándose con ellos no solo la persona sino las enfermedades que su descomposición acarrearía


Lo mismo ocurre con los yaks. Aunque en estos casos son los innumerables perros “salvajes” los que competirán con las aves de rapiña. Estos perros nos hostigarán sin piedad por unos 200km, los que llevan de Manigango a Serxu. Habrá que viajar con piedras en los bolsillos y hacerles frente cada vez que pasemos por sus dominios, un juego no muy divertido. Es una zona donde el gobierno está construyendo asentamientos con casas de cemento para ubicar a los miles de desplazados que el terremoto de Yushu dejó en 2010


Pero no solo son los perros quienes hagan este trayecto duro. Ni tampoco las ventiscas de granizo o nieve que nos sorprendan en varios pasos….


… ni la soledad…


Lo peor será el viento, mejor dicho, el VIENTO. El viento será una constante diaria, una auténtica sala de torturas, un consumidor de energía demoledor. Avanzaremos penosamente a 4-6 km/h, sin hablar, sin poder hacer nada, solo esperando que en algún momento nos dé una tregua que nunca llegará


Con esto han aprendido a convivir las gentes del Amdo, otra de las provincias tibetanas  olvidadas. Serxu es un auténtico zoológico humano, un regalo para la vista, una entrada directa a otro mundo



Y con el frío que el techo del mundo nos ofrece…


… superaremos los últimos escollos…


…con alegría…


… antes de llegar a la gran pleateau tibetana, que a pesar del nombre no nos librará ni de más puertos ni de más viento. Madoi nos recibe con sus lagos y poco a poco iremos viendo menos casas, menos pueblos hasta que llega un momento que los gorros musulmanes sustituyan a los rostros tibetanos.




Todo cambiará, las gentes, las ropas, las casas, la comida…y al final del túnel se encuentra Xining, capital de la provincia de Qinghai. Tras un mes en las alturas bajar a los 2300m de Xining es sinónimo de calor y sobretodo….de rica comida, de esa que nos gusta a los ciclistas cuando ha habido época de penurias


Descansar será lo único que busquemos y tras la experiencia en China con las obras, las minas, los camiones, etc, hemos decidido tomar un tren hasta Beijing. Cambiamos 2000km de miseria por un paseo que no estaba en los planes: Mongolia. Pero esa será otra historia...