martes, 1 de mayo de 2012

1. Del infierno al paraíso: Vietnam a Shangri La

Salir de Vietnam  llegó a convertirse en una obsesión. Dejar atrás a Iñigo fue un momento triste e injusto pero así es la vida y así son los viajes, las despedidas solo son el paso previo a los reencuentros. Por lo que una vez que nos desvinculamos para siempre del país de la avaricia y nos vimos cruzando la línea mágica que nos situaba en China, la suerte cambió para bien. A veces parece mentira que 10 metros puedan llegar a ser un abismo, pero esto es lo que sentimos nada más pisar suelo chino. Cómo es posible que en 10 jodidos metros pueda cambiar todo TANTO?


En apenas 10 minutos nos ayudaron sin buscar nada a cambio, nos invitaron a un zumo y a una barbacoa. La gente se movía tranquila pero sin pausa, sonreía y se mostraba respetuosa. A pesar de la barrera del idioma y su grafía sentimos mucha más cercanía con ellos y con el paso del tiempo nuestra devoción por esta gente va en aumento. Los chinos nos han cautivado y estamos literalmente enamorados de ellos. Y es que hasta les perdonamos su afición por fabricar y expulsar sonoros esputos que hacen temblar el suelo… “pobrecitos”, pensamos, “tienen la gargante seca…”

Los chinos son un poco rudos y muy trabajadores. Aquí no se les ve ociosos y aburridos, al contrario, aprovechan cualquier espacio y cualquier momento para hacer sus labores…


… y labrar la tierra. No hay un palmo de terreno sin cultivar y eso se nota en su espectacular y variada gastronomía.

Pero no todo es de color de rosa. La fábrica del mundo es un hormiguero de millones de camiones, obras y minas que convierten pedalear en una tarea sufrida y a menudo, muy desagradable


Al menos eso ocurre en Yunnan, la provincia con más minorías étnicas…

… y concurridos centros turísiticos donde los chinos disfrutan como enanos de los bonitos parques temáticos en los que han sido convertidos lugares como Dali…

... Lijiang….


… Shuhe…


….o Shangri La


Al menos quedan lugares más relajados y alejados de los ruidosos turistas chinos, como la bella Shaxi, enclavada en un hermoso valle donde viven al ritmo del sol, las azadas y los recuerdos de lo que un día fue un importante lugar de reposo de la milenaria ruta del té y los caballos…

Su minúsculo casco viejo es uno de los más bonitos por los que ha circulado el pelotón de Cyclotherapy, tan auténtico y pintoresco que parece estar sacado de un cuadro…


Pero ahora estamos en Shangri La y nos disponemos a relajarnos por última vez…


…antes de penetrar en las montañas de lo que para unos es el Tibet oriental y para otros Sichuan occidental… Tenemos noticias de un ciclista uruguayo que va por delante que el paso está abierto a extranjeros. La región es mayoritariamente tibetana y cada vez que algún monje se quema vivo en señal de protesta las autoridades chinas cierran el paso y cortan todas las comunicaciones. Como hicieron en Julio de 2009 cuando circulábamos por la lejana provincia de Xinjiang y nos vimos aislados del mundo exterior hasta que cruzamos a Pakistán.
Dicen que Shangri La es el paraíso en la tierra. No es cierto. El paraíso está ahí arriba, en los pasos nevados que llevan a valles olvidados y pueblos que resisten como pueden al progreso invasor chino. Pero esa es otra historia y os la vamos a contar...
Un abrazo

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